Autor: Juan José Nesher
La parasha de esta semana a explicado en gran manera el mover espiritual de nuestra función sacerdotal. La porción llamada «Behaalotjá» significa cuando «cuando hagas subir», haciendo referencia sobre la Menorah. Es curioso ver como la porción nos invita a analizar el modo en que transformamos la semana.
El candelabro de 7 brazos es el símbolo más visible de la vida del hombre en su correcta función. El fuego que asciende es la vida del hombre encontrado en su día a día la chispa divina.
La pregunta es si esta semana he podido darle la luz, el propósito correcto a mi andar. Es por eso que más adelante, la porción nos narra eventos que son parte de nuestra cotidianidad.
1) El caminar o Peregrinar la Fe
(Nm 9:17-18)
«Cada vez que la nube se elevaba de la carpa sagrada, el pueblo de Israel levantaba el campamento y la seguía; donde la nube se detenía, el pueblo de Israel armaba el campamento. De esta manera los israelitas viajaban y acampaban por orden del SEÑOR, donde él les indicaba que fueran. Permanecían en el campamento todo el tiempo que la nube se quedaba encima del tabernáculo.»
Es importante destacar que la brújula y guía era la Shekina, la nube de Gloria. Es decir, los pasos de ese pueblo estaban dirigidos por el mover sobrenatural de su Dios, nuestro Dios. Mi lugar de citas, mi desierto debe tener al mismo guía que condujo a ese pueblo. La nube de Gloria está aún en nuestras vida, diciendo dónde ir, dónde acampar, con quién ir con quién no. Si no seguimos la presencia, nos quedamos fuera de su cobertura.
2) La Queja
(Nm 11:1)
«Poco después el pueblo comenzó a quejarse de las privaciones que enfrentaba, y el SEÑOR oyó todo lo que decían. Entonces el enojo del SEÑOR se encendió contra ellos y envió un fuego que ardió entre ellos y destruyó a algunos en las afueras del campamento.»
La boca es una herramienta tan poderosa que si las palabras que salen de ella no son de vida, pueden traer muerte. Es por ello que el mover del espíritu está ligado al uso correcto de las palabras. La queja no enciende fuego que eleva sino que destruye.
3) El Espíritu o Unción de Moshe
(Nm 11:25)
«Después el SEÑOR descendió en la nube y le habló a Moisés. Entonces les dio a los setenta ancianos del mismo Espíritu que estaba sobre Moisés; y cuando el Espíritu se posó sobre ellos, los ancianos profetizaron; pero esto nunca volvió a suceder.»
La presencia misma del cielo en nosotros, nos da capacidad profética. El modo en que busquemos que nunca falte aceite y por consiguiente, no se apague el fuego, nos promueve a poder declarar con nuestras bocas el año agradable del Eterno.
Recomiendo escuchar la meditación de todo esto en esta PRIMERA PARTE de un aula virtual:
Aquí está la SEGUNDA PARTE: