En el antiguo Egipto los hijos de los faraones eran cuidados de una manera muy especial ya que se esperaba de ellos que fueran los que sucedieran a sus padres y de esta manera perpetuaran el linaje familiar. Es por ello que en palacio hubiera distintas clases de cuidadores siempre pendientes de la salud y bienestar de los infantes, como por ejemplo los arrulladores.
Estos funcionarios, ya fueran hombres o mujeres, se encargaban de cantar nanas a los niños cuando se iban a la cama o a musitarles dulces palabras para que se durmieran. El oficio de arrullador no era fácil pues los aspirantes a él tenían que tener una voz bonita y relajante, además que tras conseguir el puesto de trabajo debían cuidarla constantemente pues en cuanto no pudieran arrullar al bebe faraón eran despedidos de inmediato. Hay que precisar que los arrulladores no tenían nada que ver con las nodrizas quienes eran las encargadas de darles el pecho a los pequeños de la corte.
Fuente: Historia con Minúsculas