Al leer esta bitácora te sorprenderás al enterarte que aquel reconocido teólogo, fundador de una nueva corriente religiosa mundial, y considerado por muchos como el padre del moderno alemán, Martín Lutero, escribió en 1543 escribirá lo que es considerado el primer tratado moderno antisemita. Me estoy refiriendo a: “Sobre los judíos y sus mentiras”, escrita por su pluma en el año 1543.
Primeramente será bueno aclarar que Lutero vivió en una época antisemita muy fuerte. Los judíos eran discriminados, vivían en guetos y su campo laboral estaba fuertemente restringido. Según su arbitrio, y necesidad, el soberano los gravaba con impuestos especiales, o en ocasiones desterraba a todos los judíos de su territorio. Estos tenían que huir a otras regiones, donde vivían hasta el siguiente destierro. Los comerciantes y banqueros locales se liberaban así de competidores no deseados con la complicidad de sus gobernantes. El antijudaísmo de este tiempo se expresa, aparte de las olas de expulsiones, también en representaciones como el así llamado «puerco judío» en Wittenberg.
El reformista alemán, influenciado por esta ambiente sociocultural, sostenía que debían quemarse todas las sinagogas judías, destruir sus libros de oración, prohibir predicar a los rabinos, “aplastar y destruir” sus casas, incautarse de su propiedades, confiscar su dinero y obligar a esos “gusanos venenosos” a realizar trabajos forzados o expulsarlos “para siempre”. Lean con atención sus resentidas palabras antisemitas:
“Primero, sus sinagogas o iglesias deben quemarse… En segundo, sus casas deben asimismo ser derribadas y destruidas… En tercer lugar, deben ser privados de sus libros de oraciones y Talmudes en los que enseñan tanta idolatría, mentiras, maldiciones y blasfemias. En cuarto lugar, sus rabinos deben tener prohibido, bajo pena de muerte, enseñar jamás… La furia de Dios contra ellos es tan grande que están cada vez peor… Para resumirlo, estimados príncipes y nobles que tenéis judíos entre vuestras posesiones, si mi consejo no os es suficiente, buscad otro mejor para que vosotros, y todos nosotros seamos libres de esta insoportable carga diabólica”.
El anhelo más grande que tenía Lutero en su corazón era que los judíos desaparecieran de Alemania y Europa. Por ello, llegó a afirmar:
“¿Quién les impide a los judíos volver a Judea? Nadie… Les proveeremos todas las provisiones para el viaje, para vernos por fin libres de ese repulsivo gusano. Para nosotros, ellos son una grave carga, la calamidad de nuestra existencia. Son una peste enclavada en nuestras tierras”.
En opinión del historiador Dr. Robert Michael, parece ser que Lutero aprobaba el asesinato de judíos.
“Yo les arrancaría la lengua de la garganta. Los judíos, en una palabra, no deben ser tolerados”.
También les acusa de dedicarse al hurto y a la usura.
“Si no fueran tan ciegos, su despreciable vida externa los convencería de la verdadera naturaleza de su penitencia. Ya que abunda en brujería, signos de magia, figuras y el tetragrama del nombre, eso es, con idolatría, envidia y vanidad. Además, no son más que ladrones y asaltantes que diariamente no prueban bocado y visten ropa que nos han robado y hurtado por medio de su maldita usura. De este modo viven día a día, junto con esposa e hijo, de robo y hurto, como archiladrones y asaltantes, en total impenitente seguridad. Para un usurero es un archiladrón y asaltante que debería ser colgado en la horca siete veces más alto que otros ladrones. En efecto, Dios debería profesar desde el cielo sobre tal hermosa penitencia y mérito a través de su santo ángel y volverse flagrante, mentiroso blasfemo por el bien de la sangre noble y los santos circuncisos que se jactan de ser santificados por los mandamientos de Dios, a pesar de que los pisotean a todos y no conservan ni a uno de ellos”.
No debemos olvidar que cuatro siglos después de haber sido escritos, los nazis citaron los ensayos de Lutero para justificar la Solución Final. Mas aún algunos estudiosos han atribuido la «Solución Final Nazi«, directamente a Martín Lutero, aunque haya algunos que refutan esta apreciación. Lo real es que los jerarcas nazis llevados a juicios durante el Tribunal de Crímenes de Guerra de Nuremberg del año 1946, alegaron en verdad que ellos no habían hecho otra cosa más que ejecutar lo que Martín Lutero había ordenado cuatro centurias antes, «la exterminación del pueblo judío». Hitler, como todo hábil político, utilizó el escrito de Lutero contra los judíos para influir negativamente en el pueblo alemán, en aquel entonces, mayoritariamente luterano, por lo que hizo reimprimir y repartir el libro de Lutero.