peligros para el concepto de “Soberanía
Nacional” que desde nuestra niñez hemos recibido y que garantiza la permanencia del Estado como entidad rectora del orden.
En primera instancia, será bueno recordar lo que el célebre banquero illuminati David Rockefeller dijo en cierta oportunidad:
nacional que se ha practicado durante siglos en el pasado, por la soberanía de
una élite de técnicos y de financieros mundiales”.
Estas palabras dejaron en evidencia que las pautas que la élite internacional ha tenido trazada en sus mentes desde tiempos remotos, es no permitir la trascendencia de los pueblos custodiados por sus instituciones estatales.
idea que parte del alemán Adam Weishaupt.
Este varón expresó en uno de sus discursos los siguientes lineamientos:
una forma de gobierno que se extienda por todo el planeta. Es preciso conjuntar
una legión de hombres infatigables en torno a las potencias de la tierra, para
que extiendan por todas partes su labor siguiendo el plan de la Orden”
Weishaupt, fundador de los “Illuminati”).
Antes de continuar con el análisis, será conveniente aportar que Weishaupt, fue un profesor de derecho
canónico en la Universidad de Ingolstadt. Desde esta posición fundó en el año 1776, bajo el sobrenombre
de “Spartacus” una sociedad secreta denominada primero «los
Perfectibilistas«. Más tarde, y por razones que ahora no vienen al caso, esta sociedad secreta pasó a llamarse «los Iluminados de Baviera«. Pero, según pasaron los años, la expresión que los popularizó a la fama fue “los Illuminati”. Desde su nacimiento, los illuminati solamente tuvieron en claro que su existencia perseguía el propósito de derrocar a los reyes y gobernadores
de todo el mundo, erradicar a todas las religiones y creencias, y acabar, de este modo, subyugando
a todas las naciones bajo un «nuevo orden mundial«. Todo esto se lograría a través de la introducción de un sistema político-económico basado en un sistema de
gobierno internacionalista con una moneda única y una religión universal,
donde, según sus creencias, cada persona lograría la perfección.
inspiraba en los rituales masónicos, imitaba sus ideales, pero perseguía tener una ingerencia más dominante sobre las masas internacionales. Aquella orden terminó su corta vida en el año 1784 y desapareció
a fines del siglo XVIII. Lo que sí perduró en el tiempo fue toda su ideología y proyecto de gobierno a tal punto que hoy día sus ideas continúan perennes gracias a los protocolos económicos y políticos que sostienen a las fundaciones ligadas a
los clanes Rockefeller y Rothschild.
de las siguientes premisas:
Orden. Por ello, las masas devotas deberán ser manipuladas por un sutil proselitismo materialista hasta que se sientan agotadas de creer y ejercer algún tipo de fe.
cabo, durante ese tiempo, un complejo conjunto de acciones para conseguir como producto un «ciudadano pacífico» que acepte de buena gana su Nuevo Orden. Por supuesto que hablamos de un nuevo orden
inspirado en el antiguo ideal masónico: el hombre rebelde que implantara la generación de Caín.
Todo hay que decirlo sin plantear objeciones de
ningún tipo, siguiendo al pie de la letra una estrategia fundamental:
antojarse inaceptable y generar una rebelión, es mejor hacer uso de un proceso gradual,
presentándolo de una manera tan atractiva que lo haga aceptable para la mayoría
de la población”
jugando la conquista del planeta para reconfigurarlo y desde esto reorganizarlo según los intereses egoístas de estas élites. Cada integrante de estas sociedades y/o «fundaciones» actúa por las naciones haciendo
caso omiso de las necesidades reales de una humanidad. A estos siervos con genética reptiliana no les interesa que los seres humanos, en su vasta mayoría, sufran penurias gracias a un sistema económico, político y financiero
que, me atrevo a decir, ha sido construido sobre la más completa amoralidad
y falta de ética. Los cimientos desde los cuales se edifica esta casa carecen de las palabras del Mesías, por lo tanto, son fundamentos de arena que ante la menor manifestación climática (vientos, lluvias, etc.) no prevalecen (Mateo 7: 24-25).
de las familias y de los gobiernos, tan alegre como creciente, al que cada vez se fue haciendo más difícil hacer frente.
dejando cada vez más en evidencia al sistema financiero, bancario y monetario
que rige al mundo desde hace décadas, y que han permitido
que un pequeño conjunto de personas acumule un poder casi absoluto sobre los
mecanismos que rigen el funcionamiento de la economía global.
de una crisis financiera al mismo tiempo y en todo el mundo, que, en nuestra
opinión, puede ser cualquier cosa menos casual.
podido equivocar todos los economistas de todo el mundo, todos al mismo tiempo,
y todos cometiendo los mismos errores? ¿Cabe pensar que todo esto es algo que
haya sobrevenido por mera casualidad? ¿Cómo ha sido posible que haya
sobrevenido en todo el mundo un colapso económico tan repentino e inadvertido,
como catastrófico? Será interesante, para encontrar estas respuestas, traer a mención primeramente las palabras de Nelson Rockefeller en la Cena de los Embajadores de Naciones Unidas del año 2005:
orden mundial se construya, no estará abierta durante mucho tiempo. Estamos al borde de una transformación global. Todo lo que necesitamos
es una gran crisis y las naciones aceptarán el Nuevo Orden Mundial.”
colapso no han sido los “malos negocios”, sino el endeudamiento peligroso permitido, y hasta fomentado por los propios grandes bancos internacionales. Bancos que tiene como dirigentes a aquellos que forman parte,en su mayoría, de organismos privados de promoción del
Nuevo Orden Mundial. Así, es cada vez más razonable pensar que, en realidad, se trata de
una crisis económica artificial, provocada por algunos para generar en todo el
mundo una sensación creciente de pánico que convenga a sus intereses.
obligando a los Gobiernos a dirigirse al capital privado para conseguir
préstamos. De ese modo, se genera automáticamente las condiciones más idóneas para que los
detentadores de los monopolios del dinero, puedan, llegado el caso, llegar a
sumergir al Estado en una situación muy peligrosa. Esos préstamos, que ya constituyen
desde el primer momento una carga creciente para el conjunto de una nación,
pueden terminar dando como resultado una pérdida de la soberanía nacional directamente
proporcional a la deuda contraída.
Estamos siendo testigos del cumplimiento de lo anunciado por el Espíritu de la profecía a Juan en Patmos:
«Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.»