P.A. David Nesher
«Y será cuando entres a la tierra que el Eterno tu Dios te dió por heredad, cuando la poseas y vivas en ella, tomarás las primicias de todo fruto del suelo que sacarás de la tierra que El te dió, las pondrás en un cesto y con él iras al lugar que el Eterno escoja para establecer allí Su nombre.»
(Devarim/Deuteronomio 26:1-2)
Ki Tavó significa «cuando llegues…», y también «cuando entres…»
La energía mesiánica de esta semana es muy particular, pues su beneficio viene oculto.
Ki tavó es una porción que siempre se estudia en el mes de Elul, por lo cual sin duda causa impacto en nuestras vidas.
La semana pasada vimos la porción de Ki Tetzé que significa cuando salgas, Ki Tavó quiere decir «cuando entres» lo cual nos muestra que si la primera se trata de nuestra relación con el mundo externo, esta se trata de nuestra relación con nuestro interno, que es nuestra alma.
El paradigma que desarrollará esta porción de códigos celestiales es que toda meta humana solamente es posible cuando desde la interioridad, totalmente comprometida con la Instrucción (Torah) divina se apunta a la realización plena que permita la promoción de la calidad de vida de toda la comunidad.
La parashá de esta semana comienza con el enunciado que realiza Moshé sobre las ceremonias a realizarse en la Tierra de Israel referidas a las leyes de las primicias (hebreo: bikurim), los primeros frutos de las siete especies (minim). Los mismos debían ser presentados ante el sacerdote (kohen) en una canasta (hebreo: têné).
También recuerda las leyes del diezmo (hebreo: maaser) de la cosecha cada tercer año del ciclo de la shemitáh (sabático), que debía ser apartado para los levitas, los huérfanos y las viudas. Ahora bien, esto no se trata de un precepto solo para los agricultores, esto es un secreto que nos enseña como conectarnos con la energía que nos sostiene con cada paso que damos.
La *primera entrada* a la que se refiere Ki Tavó, *es cuando entra el alma en nuestro cuerpo cada mañana*, por lo que *lo primero que debemos dar como primicia al Eterno es el pensamiento*. Debemos preguntarnos: ¿Cuáles son los primeros pensamientos que nos invaden? ¿Son de gratitud por ese nuevo día de vida?, o ¿son los trabajos pendientes en la oficina o los problemas que enfrentaremos durante ese día? ¿Pensamos en ese amor que está a nuestro lado agradeciéndole todo lo que nos da?, ¿o en la pelea que tuvimos el día anterior?. Y para aquellos que no tienen pareja: ¿Pensamos acaso en esa persona especial que la luz ya ha puesto en nuestro camino? ¿o pensamos en la carencia de no tenerlo?
En esta sección también se dan las instrucciones detalladas de cómo proclamar las bendiciones y las maldiciones en los montes Grizím y Eival, como fue discutido al comienzo de la sección Ree. Para ello, se ordena que al cruzar los israelitas el río Yardén (Jordán), renueven el pacto con Yahvéh, y como memorial se erigirán enormes piedras recubiertas de yeso, sobre las cuales se inscribirán claramente las palabras de la Torah (según algunos, el texto hasta sería traducido a las lenguas conocidas en aquella época).
Recordemos que para esta ceremonia, la mitad de las tribus se encontrarían ubicadas en el monte Guerizim, mientras las otras tribus sobre el monte Eval, en tanto los leviim permanecerán en el valle entre las dos montañas para escuchar y pronunciar, respectivamente, las palabras de maldición y bendición que se dirán, tras las cuales todos los presentes contestan «Amén«.
Moshé recuerda al Pueblo de Israel que el cumplimiento de los mandamientos del Eterno, sin desviarse de Sus caminos y Sus mandatos, los recompensaría con la elevación del Pueblo Especial del Eterno sobre las demás naciones.
Moshé enfatizó sobre lo qué sucedería si el Pueblo se conducía observando los mandamientos del Eterno, y así lograrían prosperidad en sus ciudades, sus campos, sus ganados, sometiendo a los enemigos y estando por sobre las demás naciones. Por el contrario, su comportamiento contrario, traería como consecuencias enfermedades, hambruna y muerte y la Tierra de Israel sería destruida y dominada por naciones violentas, y los judíos diseminados y convertidos en esclavos.
La última parte de Ki Tavó consiste en lo que se conoce como la Tojajah (reprimenda). Luego de listar las bendiciones con las cuales el Eterno premiará a la gente cuando ellos sigan las leyes de la Torah, Moshé da una larga y dura lista de cosas malas, como enfermedad, hambruna, pobreza y exilio, que ocurrirán si ellos abandonan los preceptos divinos.
Por último, Moshé comenzó su última exposición ante el Pueblo, exhortándole recordar al Todopoderoso que los protegió en Egipto, durante los cuarenta años en el desierto y los seguiría protegiendo en el futuro hasta ver cada meta alcanzada en plenitud.
Moshé concluye diciendo al pueblo que sólo hoy, cuarenta años después de su nacimiento como pueblo, alcanzaron » un corazón para saber, ojos para ver y oídos para escuchar.»