Creada por el monetarista Milton Friedman, padre de los Chicago boys que introdujeron a sangre y fuego el neoliberalismo en el cono sur en los años 70, dicha doctrina es la historia no oficial del libre mercado. Un programa de ingeniería social y económica que la periodista canadiense Naomi Klein identifica como el capitalismo del desastre.
Esta teoría se basa en la aplicación de eventos violentos o traumáticos para infundir miedo, temor y pánico a los individuos, con el fin de debilitarlos y doblegarlos, y,
en el contexto de la crisis, introducir impopulares medidas de choque económico, que pueden llegar acompañadas de represión en un estado de excepción.
hacen las empresas y el gobierno de Washington. Con todo y con eso, su centro de investigación recibe financiación de fundaciones privadas y del gobierno. Milton Friedmansostiene ya entonces que las crisis pueden usarse para una «terapia de shock» a favor del libre mercado.
Milton Friedman justifica aquella terapia dando base al valor de la crisis para el neoliberalismo al escribir en su conocido “Capitalismo y Libertad”:
«Sólo una crisis produce un auténtico cambio. En el momento en que sucede la crisis, las acciones que se emprenden dependen de las ideas que existen por ahí«.
El libro cuenta la historia de los golpes de Estado y del uso sistemático de la violencia contra los opositores políticos, y puede parecer un dejà vu de historias sabidas desde hace tiempo. Pero Naomi Klein lo presenta como la primera crisis del neoliberalismo.
Naomi Klein reconstruye las carreras políticas, los vínculos de amistad, las relaciones de negocios de hombres –de Dick Cheney a Donald Rumsfeld, de John Ashcroft a Domingo Cavallo, de Michel Camdessus a Paul Bremen, a Paul Wolfowitz y a la familia Bush— que pasan de un consejo de administración de alguna transnacional a la dirección de un think thank neoliberal, de puestos de responsabilidad en algún gobierno a los despachos del Banco Mundial o del FMI.
Naomi Klein es consciente de que todo esto, en los EEUU, es historia sabida o desvelada sólo para una minoría de activistas o intelectuales radicales. De aquí su obra de sistematización de las informaciones antes de entrar a contar la segunda ola neoliberal, que tiene, como la primera, un apóstol.
Su receta será un fracaso, pero en ese mismo momento su «terapia de shock» halla un valioso aliado en un FMI ya definitivamente depurado de economistas vinculados todavía a las teorías de Lord Maynard Keynes. La deuda será el arma vencedora empleada por los neoliberales, que concederán préstamos sólo a condición de que se desrregularice completamente la economía. Es el llamado consenso de Washington, son su corolario de «programas de ajuste estructural«.
Como en el pasado, las transnacionales se harán de oros, pero Sachs, lo mismo que los demás «evangelistas del libre mercado», sostiene que lo que ahora corresponde es que todas las actividades productivas y los servicios sociales gestionados por el estado sean puestos en almoneda, aun a costa de sacrificar centenares de miles de puestos de trabajo sobre el altar de la competitividad internacional. La pobreza, no dejan de repetir, es un efecto colateral que sin embargo acabará siendo despejado por la mano invisible del mercado.
columna en el Financial Times parangonando la revolución del libre mercado en Asia con una «segunda caída del Muro de Berlín».
La economía de la catástrofe.
Cuando Naomi Klein comienza a analizar los efectos devastantes del huracán Katrina y del Tsunami descubre que las catástrofes son utilizadas por el FMI como misión creep, es decir, expansión indebida de una misión, en este caso de la máquina pública. Los últimos baluartes del estado como garante de la convivencia social son sometidos a ataque. Nueva Orleáns se ha convertido en el laboratorio de esa ulterior privatización del estado. Análogamente, el Tsunami es utilizado para transformar algunas regiones o aun naciones (Sri Lanka, Tailandia y las Maldivas) en clubes de vacación para las elites globales.
El libro “Shock doctrine” pretende ofrecer un mapa del «capitalismo de los desastres«. Es ciertamente un fresco de la reorganización del capitalismo tras el 11 de septiembre y empieza a identificar sus puntos de fuerza, las empresas líderes que están emergiendo, su vocación global. Pero también identifica sus puntos débiles. Es, pues, un mapa útil de leer, también para prepararse a resistir la próxima ola de terapia de shock que se alimentará con la próxima catástrofe ambiental y con la próxima etapa de la guerra preventiva.
REPTIRRATAS
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