Lo que sucedió aquel 29 de marzo de 1956 sacudirÃa a Juan Carlos por el resto de su vida. En ese entonces, tenÃa 18 años. Estaba con su familia, los condes de Barcelona Juan y MarÃa de Borbón, en Estoril, la localidad portuguesa donde la familia real vivió durante la dictadura de Francisco Franco. Juan Carlos estaba con su hermano menor, Alfonso. Jugaban a gatillar una pistola aparentemente descargada, pero en su interior quedaba una bala. El tiro fue directo hacia el rostro de Alfonso, de 15 años, quien murió en el acto. «Aquel dÃa se me paró la vida», relató la madre. El episodio es conocido como «la leyenda negra de la monarquÃa».
El comunicado oficial de la monarquÃa dio otra explicación. «Mientras su Alteza el Infante Alfonso limpiaba un revólver aquella noche con su hermano, se disparó un tiro que le alcanzó la frente y lo mató en pocos minutos. El accidente se produjo a las 20:30, después de que el Infante volviera del servicio religioso del Jueves Santo, en el transcurso del cual habÃa recibido la santa comunión», decÃa.
Los intentos de los reyes de esconder el homicidio accidental de su hijo en manos de su hermano mayor para protegerlo de la opinión pública y evitar problemas en la sucesión monárquica fueron vanos. Poco después, se darÃa a conocer la verdad. «Apretó el gatillo sin saber que el arma estaba cargada», fue una frase repetida una y otra vez por los allegados de la familia real. Se cuenta que la culpa persiguió a Juan Carlos, aunque siempre evitó romper el silencio sobre ese dÃa fatal. Su madre fue quien más sufrió, quien les habÃa dado la pistola para que se entretuvieran un rato durante ese dÃa de lluvia.
«Don Alfonso recibió sepultura en el cementerio de Cascais, al mediodÃa del sábado 31 de marzo de 1956. Don Juan Carlos asistió a la ceremonia vestido con el uniforme de oficial cadete de Zaragoza. Incapaz de soportar la presencia de su hijo mayor, Don Juan le ordenó que volviera a la Academia Militar. El general MartÃnez Campos y el comandante Emilio GarcÃa Conde se habÃan presentado allà con un avión militar español en el que el PrÃncipe fue devuelto a Zaragoza», recoge el historiador inglés Paul Preston, autor de diversas obras de historia contemporánea de España y miembro de la Academia Británica de Historia.
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