El rabino Meir era un escriba distinguido; de hecho, un escriba fenomenal. Por medio de su duro trabajo, ganaba tres sela a la semana. Un sela lo gastaba en comida y bebida; otro sela lo gastaba en vestimenta, y el tercero lo utilizaba para proveer sustento a los discípulos de los sabios (estudiantes de la Torah).
Enterados de esto, sus discípulos le dijeron:
_»Nuestro maestro, ¿que acontecerá con tus hijos que no tendrán nada para heredar?»
El les contesto:
_ «Si son justos, les acontecerá lo escrito por David- ‘No he visto justo desamparado, ni su descendencia mendigando pan’ (Salmo 37:25). Pero si no [son justos], ¿por que habría de dejar lo mio a los enemigos de aquel que esta en todas partes?»