Por P.A. David Nesher
«Y como consecuencia de que ustedes obedezcan estas leyes, salvaguardándolas y cumpliéndolas, Yahéh, tu Dios, recordará el pacto y el amor con que hizo un juramento a tus padres.»
(Devarim/Deuteronomio 7: 12)
Ekev es el nombre de la parashá (porción) de la Torah que el Espíritu del Eterno nos ha propuesto meditar durante esta semana. Me ha parecido importante, considerar los códigos de la Luz Infinita revelados en este término hebreo (ekev).
La sección de Ekev de la Torah abre con las palabras de Moshé a los hijos de Israel: «Y como consecuencia de que ustedes obedezcan estas leyes…»
El nombre Ekev, traducido en esto contexto “como consecuencia”, puede también ser traducido como “talón”. Uniendo estos dos significados nos daremos cuenta de que la parashá alude a que cuando se trata de la observancia de las normas de vida descriptas en la Torah, que son las que le dan sentido a nuestra existencia en Yeshúa, debemos involucrarnos íntegramente, no sólo a nivel de las capacidades espirituales y psíquicas, sino también a nivel físico: incluso a nivel del talón del pie, el miembro más bajo, elemental y vulnerable de nuestra existencia física.
Para comprender la palabra ekev nos remitiremos a la primera vez que ella aparece en la Torah (Instrucción). Para ello, concentraremos nuestra atención en las palabras del Eterno a la serpiente: “él (el ser humano – Adam-) herirá tu cabeza, y tú le herirás el talón” (Génesis 3: 15). Entendemos que en el cuerpo humano, la cabeza y el tronco se encuentran protegidas, pero el talón, el final, es la parte vulnerable del ser humano a todo lo que encuentre en su andar. Al leer este capítulo de Bereshit (Génesis) sabemos que el Eterno no se está hablando con una serpiente animal, sino con la serpiente primigenia (en hebreo najash hakadmoní) que es el símbolo mismo de HaSatán inyectando en la humanidad el yetser hará (inclinación al mal), fascinador y terrible.
¿Cuál es esta inclinación especial que acecha nuestro talón? ¿Qué mensaje codificado hay en esta palabra (ekev)?
Cuando el hombre se levanta y hace una buena acción, tiene fuerza para dominar a la serpiente. Pero la serpiente acecha y espera con paciencia hasta al final de la acción buena. Entonces, cuando el hombre termina de hacer la acción buena, se inclina y reposa para contentarse de sí mismo, observando el fruto de su buena obra. Es aquí cuando la serpiente lo muerde y llena al hombre con la toxina del orgullo de sus buenas obras, conduciéndolo a decir: «¡yo hice esto,… y quién hay como yo…!” Es entonces cuando la cabeza de la serpiente (su manera de pensar) domina desde el talón del hombre (su acción buena), la mente del mismo, conduciéndolo a pensar en sintonía con la iniquidad que originó la existencia del mal. Interesante es saber que la palabra hebrea para mal es ra (רע). Como notaran las dos letras de rá (mal) son resh, inicial de rosh (cabeza) y ayin,inicial de ekev, (talón). El mensaje codificado de esto es sorprendente: ¡por su orgullo el ser humano será “piso de sus propios talones”! Este es el sentido de la expresión que Yahvéh dice a Adam:
«Porque polvo eres, y al polvo volverás.»
(Génesis/Bereshit 3: 19)
Es decir, que la humanidad, por haber escuchado la enseñanza de la serpiente, comenzaría intentar cumplir su propósito sin Dios, por medio de las obras buenas. Esto será el espíritu que inspirará los fundamentos de la religión. El ser humano haciendo buenas obras según su propia opinión, sin importar la Instrucción del Eterno. Desde esta actitud, solamente comenzará a resbalar.
La idea que Moshé estará dando a la nueva generación es que no es suficiente que la mente entienda. Ni tampoco que el corazón sienta y las manos hagan. La persona entera debe estar “permeada” de los Mitzvot (mandamientos) inoculados por el Espíritu Santo, cada vez que recepcionamos la Instrucción en la mente y el corazón por obra mesiánica del Eterno, manifestándose como Abba en nuestros corazones.
Dicho diseño de una vida humana escondida en el Mesías, vibra con tanto poder que los propios talones avanzan en el peregrinar de la vida como si oyesen y escuchasen la Torah. Entonces el andar se sujeta a lo que nuestra Rosh (Cabeza), es decir el Mesías Yeshúa, nos ordena. Solamente así, la vida se convierte en justa y de excelencia.
Impresionante lo que Abba día tras día trabaja en los corazones de aquellos que le amamos. Salmos 32:8 «Te haré entender y te enseñare el camino en que debes andar, sobre ti fijare mis ojos».