El Papa llamó a intensificar el diálogo con el Islam.
El papa Francisco recibió en la Sala Regia del Vaticano al numeroso Cuerpo Diplomático acreditado ante Santa Sede.
Durante la audiencia, el Sumo PontÃfice agradeció a los presentes su presencia y manifestó su intención de que el encuentro sea una ocasión para “emprender un camino con paÃses que aún no tienen relaciones con Santa Sede».
AsÃ, el Santo Padre anunció que desea «intensificar el diálogo con el islam» y con los»no creyentes», al recibir en el Vaticano a embajadores y diplomáticos.
En otra parte de su discurso, el papa Francisco aseguró también que una de las prioridades de su pontificado será la «lucha contra la pobreza tanto material como espiritual: edificar la paz y construir puentes», dijo.
En tal sentido, el Papa agregó que esa pobreza espiritual «afecta a los paÃses más ricos y es la que Benedicto XVI llama dictadura del relativismo, que deja a cada uno como medida de sà mismo y pone en peligro la convivencia entre los hombres».
Discurso completo del «Santo Padre» (Nota del administrador: he puesto entre comillas esta expresión ya que es un tÃtulo que solamente le corresponde al Eterno Dios)
Excelencias, Señoras y señores:
Agradezco sinceramente a vuestro decano, el Embajador Jean-Claude Michel, las amables palabras que me ha dirigido en nombre de todos, y os acojo con gozo en este intercambio de saludos, simple pero intenso al mismo tiempo, que quiere ser idealmente el abrazo del Papa al mundo. En efecto, por vuestro medio encuentro a vuestros pueblos, y asà puedo en cierto modo llegar a cada uno de vuestros conciudadanos, con todas sus alegrÃas, sus dramas, sus esperanzas, sus deseos.
Vuestra numerosa presencia es también un signo de que las relaciones que vuestros paÃses mantienen con la Santa Sede son beneficiosas, son verdaderamente una ocasión de bien para la humanidad. Efectivamente, esto es precisamente lo que preocupa a la Santa Sede: el bien de todo hombre en esta tierra. Y precisamente con esta idea comienza el Obispo de Roma su ministerio, sabiendo que puede contar con la amistad y el afecto de los PaÃses que representáis, y con la certeza de que compartÃs este propósito. Al mismo tiempo, espero que sea también la ocasión para emprender un camino con los pocos PaÃses que todavÃa no tienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede, algunos de los cuales – se lo agradezco de corazón – han querido estar presentes en la Misa por el inicio de mi ministerio, o enviado mensajes como gesto de cercanÃa.
Como sabéis, son varios los motivos por los que elegà mi nombre pensando en Francisco de AsÃs, una personalidad que es bien conocida más allá de los confines de Italia y de Europa, y también entre quienes no profesan la fe católica. Uno de los primeros es el amor que Francisco tenÃa por los pobres. ¡Cuántos pobres hay todavÃa en el mundo! Y ¡cuánto sufrimiento afrontan estas personas! Según el ejemplo de Francisco de AsÃs, la Iglesia ha tratado siempre de cuidar, proteger en todos los rincones de la Tierra a los que sufren por la indigencia, y creo que en muchos de vuestros PaÃses podéis constatar la generosa obra de aquellos cristianos que se esfuerzan por ayudar a los enfermos, a los huérfanos, a quienes no tienen hogar y a todos los marginados, y que, de este modo, trabajan para construir una sociedad más humana y más justa.
Pero hay otra pobreza. Es la pobreza espiritual de nuestros dÃas, que afecta gravemente también a los PaÃses considerados más ricos. Es lo que mi Predecesor, el querido y venerado Papa Benedicto XVI, llama la «dictadura del relativismo», que deja a cada uno como medida de sà mismo y pone en peligro la convivencia entre los hombres. Llego asà a una segunda razón de mi nombre. Francisco de AsÃs nos dice: Esforzaos en construir la paz. Pero no hay verdadera paz sin verdad. No puede haber verdadera paz si cada uno es la medida de sà mismo, si cada uno puede reclamar siempre y sólo su propio derecho, sin preocuparse al mismo tiempo del bien de los demás, de todos, a partir ya de la naturaleza, que acomuna a todo ser humano en esta tierra.
Uno de los tÃtulos del Obispo de Roma es «PontÃfice», es decir, el que construye puentes, con Dios y entre los hombres. Quisiera precisamente que el diálogo entre nosotros ayude a construir puentes entre todos los hombres, de modo que cada uno pueda encontrar en el otro no un enemigo, no un contendiente, sino un hermano para acogerlo y abrazarlo. Además, mis propios orÃgenes me impulsan a trabajar para construir puentes. En efecto, como sabéis, mi familia es de origen italiano; y por eso está siempre vivo en mà este diálogo entre lugares y culturas distantes entre sÃ, entre un extremo del mundo y el otro, hoy cada vez más cercanos, interdependientes, necesitados de encontrarse y de crear ámbitos reales de auténtica fraternidad.
En esta tarea es fundamental también el papel de la religión. En efecto, no se pueden construir puentes entre los hombres olvidándose de Dios. Pero también es cierto lo contrario: no se pueden vivir auténticas relaciones con Dios ignorando a los demás. Por eso, es importante intensificar el diálogo entre las distintas religiones, creo que en primer lugar con el Islam, y he apreciado mucho la presencia, durante la Misa de inicio de mi ministerio, de tantas autoridades civiles y religiosas del mundo islámico. Y también es importante intensificar la relación con los no creyentes, para que nunca prevalezcan las diferencias que separan y laceran, sino que, no obstante la diversidad, predomine el deseo de construir lazos verdaderos de amistad entre todos los pueblos.
La lucha contra la pobreza, tanto material como espiritual; edificar la paz y construir puentes. Son como los puntos de referencia de un camino al cual quisiera invitar a participar a cada uno de los PaÃses que representáis. Pero, si no aprendemos a amar cada vez más a nuestra Tierra, es un camino difÃcil. También en este punto me ayuda pensar en el nombre de Francisco, que enseña un profundo respeto por toda la creación, la salvaguardia de nuestro medio ambiente, que demasiadas veces no lo usamos para el bien, sino que lo explotamos ávidamente, perjudicándonos unos a otros.
Queridos Embajadores, Señoras y Señores,
Gracias de nuevo por todo el trabajo que desarrolláis, junto con la SecretarÃa de Estado, para edificar la paz y construir puentes de amistad y hermandad. Por vuestro medio, quisiera reiterar mi agradecimiento a vuestros Gobiernos por su participación en las celebraciones con motivo de mi elección, con la esperanza de un trabajo común fructÃfero. Que el Señor Todopoderoso colme de sus dones a cada uno vosotros, a vuestras familias y a los Pueblos que representáis. Muchas gracias.
Fuente: America.infobae.com